Cada brizna de aire helado,
cada acícula de pino,
cada insecto que hiberna bajo la hojarasca de otoño.
Niegan la soledad.
Cada noche de alcohol y amigos,
cada hijo, cada padre,
cada niña que corre sobre la hierba.
Niegan el fracaso.
Si supieras que no existe el fracaso.
Si supieras que no existe la soledad.
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Tranquilizadoras palabras. Me encanta lo que escribes.
ResponderEliminarGracias Cristina. Tu presencia y tus palabras niegan tambien la soledad y el fracaso.
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