lunes, 7 de diciembre de 2009

Esta mañana, enredado el pueblo en la niebla y sonando la lluvia en las ventanas, me he sentido acogido por la montaña.
Acogido por la dehesa y el pinar. Acogido por el granito.

Y las cuatro rosas blancas siguen atentas en mi balcón. Y ya es Diciembre.