viernes, 6 de noviembre de 2009

Cada brizna de aire helado,
cada acícula de pino,
cada insecto que hiberna bajo la hojarasca de otoño.

Niegan la soledad.

Cada noche de alcohol y amigos,
cada hijo, cada padre,
cada niña que corre sobre la hierba.

Niegan el fracaso.



Si supieras que no existe el fracaso.
Si supieras que no existe la soledad.

2 comentarios:

  1. Tranquilizadoras palabras. Me encanta lo que escribes.

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  2. Gracias Cristina. Tu presencia y tus palabras niegan tambien la soledad y el fracaso.

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