Esta mañana, enredado el pueblo en la niebla y sonando la lluvia en las ventanas, me he sentido acogido por la montaña.
Acogido por la dehesa y el pinar. Acogido por el granito.
Y las cuatro rosas blancas siguen atentas en mi balcón. Y ya es Diciembre.
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En la ciudad no pasa eso :(
ResponderEliminarQuiza por eso me marche yo de la ciudad. Bueno, no solo por eso, pero tambien.
ResponderEliminarDe todas formas, alguna vez, solo alguna vez, la ciudad tambien supo acogerme.